TRABAJOS DE ALUMNOS DEL COLEGIO LASTRA

A continuación podrán ver los textos que hemos recibido de los alumnos del Colegio Lastra para el concierto didáctico
 “5 Héroes 5”

Henar Torres Castaño y Beatriz Casado
Coriolano
Cayo Marcio, soberbio general romano, debido a sus prodigios de valor en la guerra contra los volscos y a la toma de la ciudad de Corioli, recibe el sobrenombre de Coriolano. A su regreso a Roma, el Senado pretende que sea nombrado cónsul, pero su actitud altiva y despectiva hacia la plebe le hace impopular y, pese a los esfuerzos de Menenio Agripa, los tribunos consiguen su destierro.
Se dirige a casa de Tulo Aufidio, general de los volscos, su acérrimo enemigo; es recibido calurosamente y puesto a la cabeza de los volscos para vengarse de los romanos. Coriolano llega a las murallas de la ciudad y los romanos, para salvarla de la destrucción, envían a su airado conciudadano antiguos amigos, que le instigan a pactar, pero en vano. Finalmente la madre de Coriolano, Volumnia, su mujer Virgilia y su hijito van a implorarle que salve a la ciudad. Cede a sus súplicas, concluye un tratado favorable para los volscos y vuelve con ellos a la ciudad de Anzio. Allí el general de los volscos le acusa de haber traicionado los intereses de este pueblo y, con ayuda de conspiradores, le hace matar en la plaza pública.

Alumnos Colegio Lastra 4º E.S.O
CORIOLANO
No os he hablado todavía de una ceremonia que se hacía en Roma, cuando un general volvía a entrar en la ciudad, después de haber vencido a los enemigos de la República; pero no quiero tardar más tiempo en contaros lo que pasaba entonces, porque os hablaré acaso otras veces de ello; llamaban esta ceremonia un Triunfo, y ved aquí lo que se veía en ella.
El general o el cónsul a quien se concedía esta recompensa estaba montado en un carro tirado por caballos blancos, con una túnica de púrpura toda de oro, y llevaba un cetro en la mano. Delante del carro marchaban los prisioneros que había hecho en la guerra, arrastrando cadenas pesadas, y los soldados llevaban las armas y cosas preciosas que habían cogido a los enemigos, Todo el pueblo salía al encuentro dando gritos de alegría, y los senadores, le recibían vestidos de ceremonia.
Si hubierais visto este espectáculo os hubiera gustado mucho, más estoy seguro que os hubiera sorprendido ver en el mismo carro del triunfador un pobre esclavo cubierto de andrajos. Aquel esclavo iba allí para enseñar al que recibía tan grandes honores que sin embargo podía caer en una condición tan infeliz y algunas veces todavía peor como vais a verlo en la historia de Coriolano que voy a contaros.
Marcio era un joven romano muy valiente, y tan generoso que cuando cogía alguna cosa a los enemigos lo repartía entre los pobres y con sus amigos, sin guardar nada para sí, pero lo que le hacía querer de todos era tener una gran ternura y mucho respeto a su madre, que se llamaba Veturia, y era una señora muy virtuosa. Habiendo ido Marcio a la guerra con el cónsul Póstumo, que había reemplazado a Publicola, hizo tanto con su valor que tomaron una ciudad llamada Cocioles, y a causa de esto le apellidaron Coriolano.
Ya os he dicho que Coriolano era muy generoso, pero hubo algunos que se enfadaron por no haber tenido parte en sus liberalidades, y otros que se hicieron enemigos suyos porque había tomado el partido de los Senadores contra el pueblo, cuando éste había pedido cosas que no eran racionales; se reunieron muchas gentes contra él, y le acusaron de que quería hacerse rey como lo había sido el malvado Tarquino. Ciertamente no era esto verdad, pero hicieron como que lo creían para perder a Coriolano, a quien tenían envidia a causa de su virtud, y fue desterrado, es decir, condenado a salir de Roma y a no volver jamás a ella.
El pobre Coriolano se vio obligado a marchar después de haber abrazado a su mujer Volumnia y a dos niños que tenía. Le acompañaron muchos romanos llorando hasta las puertas de la ciudad, y allí Coriolano se despidió de ellos y se retiró a un pueblo que llamaban los Volscos, que eran enemigos de los romanos, y se alegraron mucho por tener en medio de ellos a un hombre de un valor tan temible. Podéis pensar que Coriolano estaba muy encolerizado contra los que le habían desterrado obligándole así a abandonar su mujer y sus hijos, y como la cólera nos hace muchas veces hacer cosas muy feas, de que después nos arrepentimos, consintió en hacerse general de los Volscos y a marchar con ellos contra Roma, delante de la cual vino a poner cerco como lo había hecho Porsena.
Esta vez los romanos tuvieron mucho miedo porque sabían que Coriolano habría vencido muy pronto a todos sus soldados, y en lugar de pensar en defenderse enviaron a su encuentro a su madre Veturia y a su mujer Volumnia, que llevó consigo a sus niños para rogarle que se detuviese y no volviese a hacer daño a su patria.
Así que conoció Coriolano a aquellas dos señoras, las salió a recibir y las abrazó con ternura, porque amaba mucho a las dos, y cuando vio que lloraban no tuvo valor para negarlas lo que le pedían, porque era tan buen marido como hijo respetuoso y obediente; sin reparar en que los Volscos no le perdonarían el no haber arruinado a Roma cuando podía hacerlo.
Podéis pensar que los romanos se alegraron mucho cuando vieron que se retiraba el ejército de los enemigos, y levantaron un templo a la fortuna de las mujeres en el paraje mismo donde se había detenido; más el pobre Coriolano pagó muy caro el haberse dejado llevar de la cólera contra su país, porque los Volscos le mataron así que vieron que no quería servirles.
Las señoras romanas llevaron luto por diez meses, y todos le lloraron porque había preferido morir a dar que sentir a su madre.


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